Quién no ha osado nunca rasgar la normalidad de los hechos, de las cosas, lo que se hace y deja de hacer, se le hará muy difícil captar la realidad que nos presenta la obra de Joan Tuset.
Sus personajes, enmarcados casi siempre dentro de unos espacios y un contexto al-alegóricos y poéticos, nos hablan de aquella realidad que no se ve con los ojos, ni se oye con los oidos, ni se palpa con el tacto, sino que comienza precisamente allí donde termina la comprensión superficial de la vida, de las personas.
Asumiendo la incomodidad de tener que hablar de los propios sentimientos y anhelos profundos, los latidos escondidos en la noche del corazón, ayer y hoy, encima de sus telas de lino, ensaya , infatigable, de perfilar lo que todos somos en lo más íntimo de nosotros mismos. Con una desnudez total, con los rasgos y los movimientos, con las miradas y los cuerpos, busca suavizar los estratos de la vida y los pliegues del corazón de la persona. Sorprendido más de una vez por sus propios impulsos y por el recorrido hecho en su historia personal, quiere ayudarnos, desde su creación, a no vivir sin vivir. A no mirar sin mirar. A no sentir sin sentir. A no ser sin ser.
Si, Joan tuset, con una belleza exquisita, crea, creando la obra de arte, aquel espejo que hace posible, para quien no le de miedo la verdad, de encontrarse consigo mismo.
Vicenç Santamaria
Monje de Montserrat
Joan Tuset experimenta el drama del hombre contemporáneo frente a su mundo interior y su universo. Dentro de una luz clara, sus personajes inquietantes, de una figuración lejos de la realidad fotográfica, nos hacen ver realidades que transforman el cuadro en una pantalla que nos transporta a través de su sensibilidad. Asimismo brillante dibujante y sabio colorista. Tuset afirma una fuerte personalidad artística.